El Consejo no paraba de discutir en alto, cada uno de un tema diferente, nadie se enteraba de nada. Hasta que, de pronto, la gran puerta de acero que comunicaba con el exterior se abrió de golpe y la claridad cegó a todo el mundo que miro hacia la entrada.
Una figura emergió del resplandor provocando una sombra gigantesca. El ser avanzó con paso lento, se dirigió hacia la mesa del parlamento. Alumbrado por la poca claridad de la sala, se quitó el pesado casco y dejó su arma encima de la mesa. Su cara no expresaba emoción alguna; sus ojos eran fríos, su cabello escaso y sus labios parecían sellados.
-¿Cómo se atreve a interrumpir el Consejo, y quién le ha invitado?- gruñó la voz de Kronhus el mayor representante de la sala. El soldado permaneció callado.
-Exijo una respuesta de inmediato.- Volvió a repetir, esta vez poniéndose en pie y golpeando la mesa con la mano abierta. El soldado siguió sin emitir sonido alguno.
Los guardias de la sala le apuntaron y las demás personas del consejo empezaron a murmurar entre ellos.
- He venido a traer un mensaje....- dijo por fin el guerrero. Todos los presentes se pusieron en pie para enterarse de la información que traía. El soldado no hablaba
- Bien, ¿Cuál es el mensaj......-no terminó de decir aquello cuando apareció un orificio pequeño y humeante que empezó a sangrar en la cabeza de Kronhus
Todos miraron el cuerpo del que antes había sido el mayor consejero de la sala rodar escaleras abajo.
Una guerra acababa de comenzar sin haber acabado la empezada......
En el campamento todos descansábamos, poníamos nuestras armas a punto y las limpiábamos de la sangre reseca. El capitán hablaba con los otros cargos acerca de la posición que teníamos y del tiempo que tardaríamos en llegar a la base. Los cadáveres de los caídos habían sido cremados en la pira funeraria al anochecer y ahora sólo quedaban unos rastrojos humeantes. El cuerno de guerra dio la orden de marcha: volvíamos a casa .
1 comentario:
Tu Blog también está muy bien... lo seguiré. Un saludo.
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